La música fluye, en la mente, en las venas,
literalmente, un músico siente de manera física los acordes, las letras, se
transforman en sentimientos, en parte integral de la personalidad de cada uno.
Eso es lo que ven las personas que manejan el negocio de la música en el mundo,
por eso hacen millones y a los artistas les botan un Bentley y una mansión,
suena raro, pero así funciona la industria en USA y otros lados. Al músico de
verdad, al artista, al que compone y toca con el alma, con la fuerza más grande
del universo, a ese la plata le "vale huevo", lo que le gusta es tocar.
Desde hace años los músicos en Colombia venimos
tratando y luchando por una escena auto-sostenible pero malinterpretaron ese
pedido. Lo que queríamos era muy sencillo, que la gente apoye, que el público
vaya a los conciertos, las radios coloquen nuestra música y si la utopía era
perfecta que se vendieran los discos, así los músicos podríamos pagar un
arriendo y almorzar cada día y poder dedicar el 100% de nuestro tiempo a lo que
nos gusta, a lo que amamos, por lo que damos la vida, por lo cual dejamos a
nuestras familias, por lo cual nos enfrentamos al mundo, por lo cual no nos
importa que nuestros amigos de colegio y universidad ya tengan casa, carro y
beca y sus hijos estudien en los grandes colegios mientras los nuestros no… la
música, la música lo es todo, no existe nada más.
Nos malinterpretaron y en este país de
corruptos, abusadores y torcidos muchos se dieron cuenta de que la música es un
negocio y se volcaron a ella. Personajes sin ningún tipo de educación, sin
pasar por las aulas y con egos del tamaño el Empire State se autonombraron “curadores”,
“managers”, “Promotores”, “Gestores Culturales”, etc.Y se dieron cuenta que se
podían aprovechar de la inocencia y la sensibilidad del artista para sacar de
ellos las monedas que ellos mismos no podía sacar.
Armaron conglomerados, se inventaron eventos,
crearon una escena imaginaria para hacerle creer a los músicos que eran parte
de una “industria musical” y les sacaron todo el dinero que tenían. Cuando ya
estuvo esto perfeccionado, se tomaron las instituciones artísticas del estado,
se tomaron los pocos bares, los pocos medios y a través de dádivas y regalos
de payolas y amistades lograron meter por todos lados productos musicales
pobres y baratos, !malos!, malos al odio, malos para el público y destrozaron lo
poco que quedaba para el Rock nacional, porque la gente prefirió escuchar un buen
Reguetón a un pésimo Rock que es lo que sonó la radio, la cual entonces para
vender pauta tuvo que volver a los clásicos.
Y mientras tanto siguen ahí, armando eventos
que solo benefician a unos pocos y a unas marcas mientras los músicos de
verdad, del corazón, los buenos, los que hacen un Rock genial, siguen en las
calles, en los bares, con guitarras baratas tocando cien acordes para dos
personas.
Lo que se necesita acá no es un Bomm, es un
boom de artistas y de apoyo para esos artistas, que los coloquen en la radio,
que dejen de aprovecharse de ellos y que si de verdad todas estas “eminencias”
quieren crear una industria musical entonces primero sean ecuánimes,
transparentes y comiencen a hacer las cosas de una manera profesional, porque
por más que se esfuercen en ocultarlo, todos conocemos sus círculos, sus
torcidos, su “modus operandi”, por eso, por eso se arman los problemas y por
eso ocurren los fracasos que por más que quieran no pueden esconder.
Lo importante no somos nosotros, lo
importante es la música, es lo único que va a quedar a través del tiempo, el
resto se acaba.