Son muy pocas las bandas que no han pisado el escenario de este templo del rock ubicado en la carrera séptima con cuarenta y cinco en Bogotá. Ahí, empotrado en la ciudad como un impostor en medio de una de las vías principales. Hace 17 años, Javier Hernández su fundador y ex dueño del mítico Kaoz Bar en Nutabes daba inicio a un camino largo y lleno de distorsión.
En el año 2006, un año después de que Subterránica aterrizara en el país, íbamos caminando por esa séptima cuando lo vimos, un letrero neón, seguro eso era un bar de rock, subimos y ese fue el inicio de una larga relación no solo de música sino también de amistad, porque si algo tiene Javier Hernández es que a pesar de tener las competencias y capacidades de persistir y fundar cualquier negocio ya que es un economista versátil y un luchador de la vida, él ha preferido apostarle siempre a lo que más ama que es el rock.
En un país tropical, en
donde el vallenato ha reinado y en donde el mismo bar tuvo que afrontar
el embate del reguetón, Bbar ha resistido, no solo los cambios de
generación, sino todos los problemas de esta ciudad y este mundo, Bbar
sigue en pie después de la pandemia, después de las revueltas, después
de todo y solo eso ya es una muestra de gran valor, cuando uno hace lo
que hace porque lo ama, el resto viene por añadidura y tirar la toalla
se hace imposible, porque es tirar el alma.
Pocos bares en el
planeta tierra se convierten en “el bar” de los músicos, conozco dos, El
famoso Rainbow en Los Angeles y Duff´s en Brooklyn. Pero sigo
prefiriendo sentarme en este pequeño centro de abuso no solo de alcohol,
sino de momentos, han sido tantos los conciertos, tantos los amigos,
tantos las anecdotas que se han dado en este local, que alcanzaría para
tres películas y varios libros. Tal vez mi amistad con Javier maquille
un poco este relato, pero si fuera yo el único que se siente allá como
en casa lo entendería, pero somos una pequeña horda de desadaptados los
que pasamos allá y los que disfrutamos con la compañía de los demás, es
un refugio en medio de tanta mierda, es el único lugar en donde me
siento tranquilo. Sin dejar atrás obviamente otros lugares maravillosos
en la ciudad que son nuestros amigos, pero la gente sabe que todos
tenemos novias y la mía es Bbar.
Quería escribir este pequeño
articulo de una manera muy personal, para agradecer a Javier y su bar
por existir en esta ciudad tan caótica, por estos 17 años de aguante, él
también ha dejado cosas por nosotros sus clientes y amigos, muchos han
decidido irse para no soportarnos jajajaja, pero cómo les repito, a ese
no le importa porque lo importante es el rock arriba, mientras en el
piso de abajo la gente se divierte cantando en el Karaoke.
Gracias
Javi, gracias por la historia del rock bogotano, gracias por Kaoz, por
Bbar, por la amistad, por los conciertos, pero sobre todo hp, gracias
por el uyuyu, hermoso y poderoso elixir curativo de cualquier mal sea
físico o mental, alrededor de esas botellas disfrazadas hemos construido
historias que se quedan como mitos y leyendas urbanas de esta Bogotá
rockera que viven en esas sombras que tanto amamos, porque nosotros a
los que nos gusta el rock, salimos de noche, bebemos los lunes y tocamos
los fines de semana.
Larga vida al rock, larga vida a Bbar. #Excalibur
Felipe Szarruk @subterránica