Por, Andrés Angulo Linares
Adentro del estadio 40 mil espectadores eran testigos de un momento emblemático en la historia del rock en Colombia. En la tarima, frente a los ojos de esas miles de almas, Saul Hudson detrás de su guitarra y sobre el piano del frontman de la agrupación, interpretaba uno de los riffs más representativos del rock. El cielo de esa noche de 1992 se desprendía en forma de lluvia; en el escenario, los Guns n’ Roses descargaban todo su poder en una canción que se convirtió en el emblema de una generación: November Rain. Afuera, después de 75 minutos que duró el concierto, las calles cercanas al Campín describieron fuertes enfrentamientos que en la mañana del 30 de noviembre se hicieron protagonistas de las portadas de los grandes medios. Así es el rock, furioso e impredecible; así es la prensa, un día sube a una figura hasta la cumbre más alta, al otro, simplemente, la deja caer.
Definitivamente, cada una de las personas que tuvieron la oportunidad de asistir a la presentación de la banda de Los Ángeles tiene un recuerdo de esa noche que de cuando en cuando ha de recordar en alguna tertulia –quizás– con la misma emoción que vivió ese 29 de noviembre. Sin embargo, toda historia tiene, por lo menos, dos formas de ser narradas. En el caso de Alexander Muñoz, el relato tiene un matiz distante a la que ha quedado en el recuerdo.
‘Fideos’, como es
conocido en el gremio tiene 46 años. Recuerda que a la mañana siguiente
de la presentación, junto con otros –para ese entonces– jóvenes
compañeros, tuvo que cargar sobre su espalda los pesados tapetes mojados
que ellos mismos, días antes, habían puesto sobre el césped del estadio
para proteger la gramilla de la cancha. Había afirmado que sería el
último día ocupando un rol de producción. Sin embargo, así es la vida,
un relato de odios y amores. Hoy, 27 años y cientos –quizás– miles de
eventos después, Alexander puede contar una historia dedicada a hacer de
un concierto, un instante para la eternidad.
Alejado de esa
primera experiencia y con una decisión que consideraba como definitiva,
Alexander intentó abrirse espacio en otras labores; no obstante, las
fuerzas de las circunstancias muchas veces superan las expectativas.
Fideos, entonces se acercaría de nuevo dos años después a los escenarios
desde la producción, esta vez como miembro de la Fuerza de Paz en
festivales al parque organizados por el Instituto Distrital de las Artes
–IDARTES.
Su determinación y su capacidad de entregar un poco
más en cada labor asignada, permitió que Alexander ascendiera en un
camino que empezaba a proyectarse como un rumbo del que haría con el
tiempo una forma de vida, esta vez, desde uno de los escenarios con
mayor arraigo en Bogotá: el Teatro al Aire Libre La Media Torta. Allí,
se haría responsable de la producción técnica, la coordinación logística
y la operación de escenario.
Detrás de Alexander, a diferencia
de algunos –o muchos– artistas musicales, prevalece la sencillez como
eje de vida. Detrás de su labor y de todas las personas que forman parte
en la extensa cadena de producción, entre las que se incluyen áreas
administrativas y se extiende al equipo de limpieza posterior a un
evento, depende que un espectáculo se convierta, precisamente, en una
experiencia para cada uno de los asistentes y un instante que memorable
para quienes dan cuenta de su talento sobre una tarima.
—No tenemos que ser visibles, nuestro compromiso es brindar una experiencia única a los espectadores—. Afirma Alexander.
Los
cuatro años en los que tuvo bajo su responsabilidad la correcta
disposición del escenario ubicado en la calle 18 con carrera primera de
Bogotá, permitió que ‘Fideos’ saltará a uno de los que considera los
retos más exigentes para cualquier productor técnico: el Festival
Iberoamericano de Teatro –FITB, uno de los eventos más grandes de las
artes escénicas a nivel mundial. Reto que se extendería por más de una
década, en la que Alexander acumularía experiencia y daría cuenta de la
preparación adquirida durante sus primeros años.
Sin que fuera
su intención, su nombre empezaría a ser reconocido en la ciudad de
Bogotá en el área de producción, circunstancia que le permitió alternar
su experiencia en el FITB con los eventos organizados por el Instituto
Distrital de Cultura y Turismo, entre los cuales se incluyen los
festivales musicales de hip hop, salsa, jazz y uno de los símbolos
culturales más importantes de Bogotá, Colombia y el continente: Rock al
Parque.
—En el último recuento que se hizo durante la pandemia,
se estableció que para hacer posible Rock al Parque, son necesarias más
de 88 actividades, ejercidas por un aproximado de mil personas—. Agrega
Alexander.
No es para menos, en las tres tarimas oficiales del
festival, se presentan durante tres días más de 80 agrupaciones
nacionales e internacionales; además, a lo largo del año, alrededor de
este se llevan a cabo diferentes eventos en diferentes localidades. Es
un esfuerzo constante para hacer de cada versión una experiencia que
supere las expectativas de la anterior.
Nacido en 1976, no solo
ha sido testigo de cada edición de Rock al Parque desde 1994 –la primera
versión– hasta la celebrada en 2019 –última presencial antes de
pandemia– sino que, ha sido uno de los miles protagonistas silenciosos
que cuidan de cada detalle para que los músicos encuentren el mejor
escenario y los más de 80 mil asistentes, un espacio en el que pueden
entregarse con libertad a la experiencia más esperada durante el año.
Conversar
con Alexander, además de comprender la complejidad que supone la
organización detrás de un escenario, es aprender a valorar una labor
sacrificada que, aunque invisible para la mayoría, es fundamental para
el área del entretenimiento. ‘Fideos’, apodo que se ganó en la época que
lucía una larga y crespa melena, de forma paralela ha formado parte del
equipo técnico y de producción de festivales, como Jamming Festival,
Estéreo Picnic, Concierto Radiónica, Batallas Redbull, Tattoo Music
Fest, entre otros; también ha sido pieza clave en conciertos
emblemáticos como Metallica, Megadeth, System Of A Down, Green Day,
Radiohead, Alberto Plaza, Shakira, Café Tacuba, Feria de Manizales,
Gustavo Cerati, Scorpions, Iron Maiden y el legendario Roger Waters,
solo por mencionar algunos de una extensa lista que él guarda en la
memoria.
Alejado del brillo de los reflectores que hacen de un
artista un ícono y versátil como su misma labor, Alexander ha liderado
la producción de Estados Alterados, Los de Adentro, Andrés Cabas,
Santiago Cruz, Xavier, entre otros proyectos de talla internacional.
Actualmente
en Miami, desprendido de la vanidad y lejos de los celos que muchas
veces hace del conocimiento un lugar privilegiado, Alexander ha
compartido ese saber acumulado durante más de 25 años de trayectoria con
las personas que apenas inician un camino en el mundo del
entretenimiento y que –quizás– al igual que él, han llegado al área de
producción y logística de forma desprevenida.
Lejos del brillo
de los reflectores, ajeno a los gritos de euforia y esquivo a las
portadas de los grandes medios, detrás de una tarima, hay un equipo de
trabajo que entrega lo mejor de sí mismo para que el artista que se pare
sobre ella, logre brillar con luz propia.